miércoles, 23 de julio de 2008
Índice de maldad
2. Domestica una mujer, tómala y llévala a tu casa. Verás.
3. Ama sólo a ti mismo por sobre la nada.
4. Andando por las calles, piérdete sin ganas y sálvate.
5. Ama a medias.
6. Plagia a un loco.
7. Corre, ve tras un evangelista iluminado.
8. Equivoca las palabras dichas a tu amante.
sábado, 12 de julio de 2008
Obedecer
martes, 1 de julio de 2008
Fanatismo y tangibilidad
En los espacios comunes, donde la multitud se compacta hasta la incomodidad de propagar el calor propio para beneficio del tufo también común, es difícil hallar un taciturno sosiego. Me parece extraño. En alguna época de mi media vida he tenido el placer de acomodarme, amoldarme al cuerpo ajeno en un abrazo para compartir ese mismo calor. Al mismo tiempo, mi fascinación por las caricias halla su rabiosa antípoda en la repugnancia del roce en público con otras personas que son totalmente extrañas. Si bien la ocasional caricia de un bello cuerpo femenino es siempre deseada en la fantasía transeúnte. A pesar de estas superficiales contradicciones, que no niego han de guardar nerviosas raíces en algún lugar más profundo que mi anatomía, tengo siempre presente el placer de tocar. Frente a los privilegios de la vista, fervientes pero distantes, producto de una equívoca templanza contemplativa (el peso de la mirada) existe siempre la posibilidad contundente de la presencia opuesta, honestamente palmaria, que deroga separación. El tacto es el único sentido que nos regala una rotunda noción de seguridad.
Tacto es lo que hace música, aquél encuentro de opuestos referido por Heráclito de donde nace la armonía. Esa música superficial y profunda; contradictora al fin, pues la piel se opone también aquí a la palabra y la remplaza con el favor de lo que se antoja como lo más real. Es silente pero nos mueve. Una mano corriendo hace a nuestros ojos cerrarse: nos reconcentramos en nosotros mismos para ser agua para la caricia. Armonía que nace en el silencio y se prolonga. Placer cierto que se reproduce en las penumbras.