miércoles, 3 de octubre de 2007

El verdadero amor es el falso Amor

El amor en ti no es un sentimiento es un cliché. Hablas de amor cuando en realidad estás hablando al paso del tiempo, de la soledad, de la caducidad de tu vientre, de tu necesidad de una familia convencional con sus momentos convencionales (una oración en la mesa, un hombre a tu lado al cual seguir y obedecer, además los hijos, ¡que son quienes realmente te hacen mujer!). La vida -en realidad el amenazante e inconfesable instinto- solicita con urgencia ecológica la preservación especial y tú transiges, pero le llamas de otra manera. Dices amor y recurres a esta palabra como justificación, acudes a lo más vulgar de ella: una sosa cursilería para domesticar tus fantasías. Es necesario, lo contrario significaría confesar una verdad intolerable.

La excepcionalidad es ya infinitamente postergada. Entras al mundo maduro de la conveniencia. Luego haces uso de sus nombres prohibidos para fingir frente a tu propia decepción, pretender ante tu desencanto. Antes, -referencia a una idea de juventud- podías atreverte a soñar, embriagarte y querer. Ahora sólo quedan las conformidades dadas en última instancia por el sueño de tu propia muerte. Los otros sueños que no tuvieron nunca un lugar en la realidad son ahora cosa del pasado. Esos mundos posibles, esos otros lugares de afluencia del misterio sobreviven en ti sólo como un gris espectro precozmente envejecido. Ciernes sobre ellos un falso silencio: el paso del tiempo es impostergable y ante la inutilidad del recurso acompañado de la verdad intolerable cedes. Entras en la rutina común para encontrar consuelo en los otros, esos seres vagos que también renunciaron con pesar a ser verdaderos.

Aquel que no se ha hundido en sí mismo y ha aceptado sus propias consecuencias no es un auténtico. Por ello existe la insistencia por atreverse a ser uno mismo. Al final amor y deber sólo pueden encontrar referencia en nosotros mismos.

Es increíble a lo que se tiene que renunciar en nombre del amor. -En verdad el puro nombre, la palabra que tristemente has vaciado, que sólo es un gesto de consuelo fruto de un pensamiento débil-. Tu verdadera renuncia es una renuncia al amor mismo. Ya la cultura popular ha denunciado la preponderancia de la costumbre por encima del amor. Aplicas con parsimonia tu compasión autocomplaciente, tu maternalismo infantil y tu feminidad insatisfecha para construir la única verdad que no reconoces: te has traicionado. Tu entrega no es verdadera, sólo estás cansada y en este momento “encontrar” el amor es la solución más sencilla: eres fanática de la intimidad conveniente. La alternativa sería salir a buscar y luego esperar como las demás mujeres que son como tú, pues la militancia por el amor está prohibida. El amor activo, ser amante, es algo que no te puedes permitir.

Lo penoso del caso es que quienes se mienten a sí mismos demandan la complicidad de los demás, como si los otros fuéramos lo suficientemente estúpidos para consentir la mentiras ajenas, para sacrificarnos por ellas... y aunque en verdad lo somos ante el amor y la muerte no caben esas concesiones. También escogeré el camino de la comodidad; elegiré una vida, un auto, una casa, una mujer, una familia, pantalones, zapatos, perfumes, libros, en fin, una marca... ¡pero me maldigo! Me maldigo a mí mismo para no hacerlo contigo -y sonrío-. Se debe reconocer y callar.

Paráfrasis elemental: consuelo de muchos, recurso de idiotas.

3 comentarios:

Berenice dijo...

Y bueno, ¿qué te puedo decir?

A través de la experiencia llegas a muchísimas conclusiones. Yo por lo pronto, quiero desayunar.

Au revoir, soy como una bruja, sí, así como hago el crucio así sé quién me visita.


Saludos, Felipe.

Nostromo dijo...

Me alegra saber que sabes, no tanto, pero me alegra. Quizá pronto sabrás lo que estoy pensando, aunque creo que lo más importante siempre lo has sabido. Ya mis fantasías no serán solitarias, sino un sueño compartido.
=P
¿No temes?

Cuídate, señorita.

Mandarina dijo...

Me firmaste y tienes blog!! demasiadas novedades en muy poco tiempo.

De tu escrito, me pareció bastante crudo y frío, eso me gusta, es diferente, aunque creo también que tiene algo de despecho, pero bueno, cómo dice la srta. Leal através de las experiencias logras tus propias conclusiones, conclusiones no generalizadas por supuesto, pues cada quien vive y experimenta de diferente manera.

Muchos saludos.