domingo, 30 de septiembre de 2007

Locura

Verdaderamente seremos una sociedad civilizada y libre el día que podamos abolir los hospitales psiquiátricos –esa noción avanzada, abstracta y aún primitiva de manicomio–. No comprender y admitir nuestra propia locura es lo que nos impide dejar de castigar lo que pensamos es demencia ajena, es ahogarnos en nuestra propia mentira.

No todo son palabras.

El mundo no paga la locura, o su sinónimo más inmediato genialidad, con comprensión. Más bien con reticencia y rencor, pero no superficiales, sino con oscura reticencia y profundo rencor pues la verdadera santidad está en la locura. Algunas formas de libertad nos parecen inconcebibles, envidia de castrados.

Parece necesario recordar que toda institución es un reducto contra la pasión.

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